sábado, 2 de octubre de 2010

DIA 38

Durante más de tres días estuve encerrado en nuestro piso sin poder parar de ver pasar delante de mis ojos la expresión de mi mujer cuando esa cosa le mordió. Era una mezcla de terror, pena y reproche por no haber podido evitarlo. Esa expresión se me aparecia en los pocos momentos de sueño que lograba tener, aún estando fisicamente y mentalmente agotado, el silencio que se había abatido por toda la ciudad y aunque pudiera parecer lo contrario , me hacia imposible el poder dormir.

Fué en una de esas entrevelas cuando escuché disparos, pausados, con una cadencia que daba a entender que el que los hacía no se precipitaba al disparar, cada tiro suponía una baja, una cabeza que reventaba en mil pedazos dejando fuera de combate a uno de esos monstruos.
Lo que hizo que mi maltrecho cuerpo se levantara, debió de ser lo que llamamos espiritu de superviviencia y eso mismo fué lo que me salvó.

Me arrastré hasta la calle meditando cada paso, temblando en cada esquina, esperando que uno de esos podridos saliera de la oscuridad de los pasillos de mi edificio y me arrancara la garganta como a Lourdes y entonces ¿ Quien coño iba a acabar conmigo? ¿Me levantaría como uno de esos putos bichos y mandaría buscando perosnas a las que devorar? ¡ Joder de eso nada ! .

Llegué hasta el portal de mi casa sin cruzarme con nada y a unos trescientos metros de mi observé con gran alegría y cierto temor a dos figuras vestidas con uniformes de antidisturbios de la policía nacional, incluyendo casco, protecciones en codos y rodillas y chalecos de los denominados antitraumas, a la par que armados hasta los huevos con varias pistolas y unos rifles automaticos que eran los que estaban utilizando en su opción tiro a tiro para ir abatiendo a los muertos que se les acercaban.
Se movían de una manera que daba a entender que sabían de veras lo que hacían, uno iba cubriendo al 0tro y avanzaban de manera secuencial, sin errores, sin espacios muertos, sin movimientos innecesarios, joder sino fuera por la situación en la que estabamos hasta me hubieran impresionado, pero así la única sensación que se apoderaba de mí era que esos tíos eran una opción más que válida para poder seguiur viviendo.

Ehhh!! Aquí!!!- Las palabras salieron de mi boca dando la sensación de que hacía siglos que nadie había hablado e hicieron que inmediatamente las dos figuras se volvieran hacia mí y echaran a correr hacia mi posición.

Al suelo hijo de puta !!! Al suelo!!! - En menos de dos segundos uno de ellos me había barrido en el aire haciendo que me golpeara con el suelo como un fardo de patatas mientras que el otro ( una mujer por su voz ) gritaba ¡¡¡ Ni te muevas so mierda o te pego un tiro igual que a esos trozos de carne!!!.